La llegada de España
a estas tierras fue, en cuanto a la comida, pródiga de sorpresas. En
esto, como en todo, fue un encuentro de mundos diferentes, con
elementos propios y costumbres diversas. Y los conquistadores,
absortos ante un mundo exhuberante que no alcanzaban a entender,
apenas si atinaron a sobre nombrar frutos y comidas de América
tomando como ejemplo las cosas de su tierra que les recordaban algún
lejano parecido: ala palta llamaron pera; a la quinua, arroz pequeño;
al mamey, melocotón; a la tuna, higo; a la flor de maguey,
alcaparra; a la tortilla, pan; a la chicha, vino. Pasada la sorpresa,
los europeos se adhierieron con entusiasmo a los frutos y viandas
americanos, y los indios, al menos en esto, lograron un empate que
era una victoria.